Cuando un objeto se desplaza, las moléculas de aire que hay alrededor suyo son perturbadas por efecto del objeto que se mueve, pues no estamos en el vacío., y el grado de disturbio depende de la velocidad con al que se desplace el objeto. Cuando la velocidad no es superior a los 320 km/hora, la densidad del aire (que es un fluido) permanece constante; pero a velocidades más altas, localmente cambia la densidad del aire. Este efecto de compresión por cambio en la densidad del aire, altera la fuerza ejercida sobre el objeto. Este efecto llega a ser más importante mientras que la velocidad aumente. Cerca de la velocidad del sonido (aproximadamente 330 m/s o 700 mph), los disturbios pequeños entre el flujo y el objeto se transmiten a otros lugares que, en compensación, hacen que el evento tenga una entropía constante. Pero en un disturbio precipitado y de gran magnitud, se genera una onda expansiva que afecta la elevación y la fricción de un objeto con el aire. La razón entre la velocidad del objeto y la velocidad del sonido en ese medio (es decir el cociente resultado de dividir velocidad del objeto / velocidad del sonido) determina la magnitud de muchos efectos de la compresibilidad. Debido a la importancia de este cociente de la velocidad, los especialistas de la aerodinámica lo señalan como parámetro especial llamado el
número de Mach en honor a Ernst Mach, físico de fines del siglo XIX que estudió dinámica de gases. El número de Mach no tiene dimensiones (es decir es solo un valor de referencia), y permite definir los regímenes de vuelo en los cuales los efectos de la compresibilidad del aire varían.
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